8Sep
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En los últimos días, volví y releí cuatro años de anotaciones en el diario, una cuenta que abarca tres continentes y dos océanos. Leí volumen tras volumen de pensamientos y sentimientos, desamores y triunfos, lo ordinario y lo perdurable. Nunca había hecho eso antes, en parte porque no me sentía lo suficientemente alejado de quién era, en parte porque tenía miedo (o me avergonzaba) de a quién iba a encontrar. Pero ahora, como estudiante de primer año de la universidad en el segundo semestre, me siento lo suficientemente distante de la escuela secundaria como para apreciar la lucha adolescente por convertirme en quien soy. Y una cosa ha quedado clara:
2009 fue el año que siempre había parecido demasiado lejano para imaginar. Significaba la graduación, el final de la vida tal como la había conocido, en la zona rural y prístina de New Hampshire, y la universidad, otro capítulo, uno del que siempre había oído hablar pero que nunca comprendí del todo. Nunca había parecido lo suficientemente real como para ser un
2009 no fue nada de lo que esperaba y todo lo que quería. El año pasado, aprendí a dejar de lado las nociones preconcebidas y a establecer planes. Había establecido expectativas sobre lo que haría y lo que sucedería, excepto que nada resultó exactamente como lo había planeado, lo que me llevó a un viaje más salvaje y fascinante. Es por eso que terminé en Wharton en lugar de Princeton, por qué diseñé vestidos de alta costura y líneas de ropa ecológicas durante el verano en lugar de comer helado y finalmente obtener mi licencia de conducir. Es por eso que me arriesgué con mi corazón en lugar de mantenerme reservado y esperar no quemarme. Es por eso que respondí a un anuncio para estudiantes universitarios interesados en el emprendimiento en lugar de resolver retrasos. problemas de cálculo, y es por eso que espero una pasantía de primavera en la ciudad de Nueva York en lugar de planificar un viaje a San Francisco. Es por eso que escribo para este blog como parte del Diecisiete Estudiante de primer año 15, ahora mismo.
Nunca lo había planeado, pero surgió una oportunidad y tuve que probar suerte. Y así aprendí que a veces, y tal vez la mayoría de las veces, la vida es así. Puede tener un plan general, pero nunca conocer los detalles. ¿Y por qué intentarlo? El destino podría sorprenderte.
Resoluciones para 2010, ¿o la próxima década? El año pasado, habría enumerado ocho, cada uno con su propio plan detallado. Pero este año, no tengo ninguno. Sé las áreas en las que quiero crecer, sé que correré en esa dirección con pasión, y eso es suficiente por ahora. El resto simplemente hay que vivirlo.
¡Feliz 2010! ¿Quién sabe lo que traerá ESTE año?
besos y abrazos
Katie